La ciudad te engaña, con las comodidades de los servicios, te hace creer que estás refugiado, que vivís bajo ciertas normas de seguridad.
Pero cuando la luz falla, cuando los semáforos funcionan descoordinados, cuando la regulación del transporte congestiona la ciudad, cuando todo parece que quiere evitar tu desplazamiento, tu comodidad, entonces algo parece conspirar en la oscuridad.
Estas cosas pueden suceder de la manera más natural, ya que dependemos para todas las comodidades de nuestra vida, cada vez más sedentaria, de sistemas electrónicos, procesos de computadoras que son fácilmente penetrables.
La dependencia que tenemos con la tecnología va desde la simple bomba de un edificio que asegura el agua hasta el último piso, pasando por sistemas de control de incendio, puestas, ascensores, todos con uso de detectores, que no suelen ser controlados como para saber si fallarán, en muchos casos sin idea de la vida útil.
Necesitamos vivir creyendo que para hackear una ciudad son necesarias demasiadas acciones, pero en la realidad, basta una mente maquiavélica, una computadora y la mala política de creer que la habilidad intelectual no está sometida a la ética en general.
Cualquier personalidad torcida, con medianos conocimientos sobre programación, puede provocar un caos en cualquier ciudad.
Todo en las ciudades depende de computadoras,, los sistemas de seguridad, sobre todo.
La mayoría de los investigadores en seguridad informática atienen la seguridad bancaria, ya que son sistemas que de ser penetrados podrían desestabilizar la economía de un país, provocando problemas de orden financiero; pero en la realidad de la evolución tecnológica actual, dependemos completamente de computadoras para todo lo que significa la vida diaria.
Todos quedamos impresionados cuando un 11 de septiembre pudimos ver por Tv, unos de los ataques más arriesgados en la historia del Terrorismo, el ataque a las torres gemelas, pero lo efectos de ese evento, serian pobres a lo que se podría impactar si se penetraran otros sistemas.
En aquel caso la consecución de fallos humanos habilitaron la situación, parecía inconcebible que con tanta seguridad, avisos, advertencias y una cantidad de acciones que tenían que coordinarse entre sí, con todo los involucrados funcionando bajo una dirección e igual se concretó el ataque; imaginamos un escenario parecido para hackear una ciudad, sin embargo bastaría una computadora conectada y una persona con la habilidad para hacerlo.
Hace pocos años, de los oscuros garajes, surgían ideas que convertían en millonarios a adolescentes; ahora, como si eso se hubiera agotado, habría jóvenes planeando hackear la ciudad, por el mero hecho revelar que contra el sistema se puede.
No es casual que se encuentren jóvenes adolescentes detrás de ataque sorprendentes, como lo fue el caso de descarrilamiento de tranvías en Polonia que dejó muchos heridos, a causa de un joven de 14 años orgulloso de su hazaña, interviniendo en el sistema de señales del tranvía.
Los puntod vulnerables de la ciudad, el transporte, el acceso a los sistemas de salud, y la alimentación, dependen de la tecnología y cualquier intromisión en esos sistemas no es tan fantasiosa.
La seguridad de la ciudad es más un deseo que una realidad.